Fundador

Durante su permanencia en Europa visitó el Colegio de las Religiosas de la Anunciata, Dominicas Terciarias Educacionistas de la ciudad de Vich (España) de donde trajo una copia de sus Constituciones y un modelo de hábito para la fundación de religiosas dominicas que proyectaba.

En agosto de 1886 pidió la licencia del Obispo Fray Juan Capistrano Tissera para fundar una Congregación religiosa femenina, autorizándolo el Vicario Capitular Uladislao Castellano con la condición de que los dominicos se encargaran de la dirección del Instituto.

Fue encargado de la Dirección de las HH. Terceras Dominicas, fundadas bajo el Patrocinio de San José.

Les enseña a las futuras fundadoras de las HH. Terceras Domínicas de San José, el oficio de la Virgen, el latín, la vida religiosa, deberes y oficios en una comunidad religiosa. La mayoría de las candidatas que manifestaron su vocación, surgieron de entre miembros de la Tercera Orden Dominicana; algunas de ellas además, eran sus hijas espirituales.
Esta preparación para la nueva fundación no la realizó solo. Lo acompañaron los frailes del convento, y además fueron principales actores el Señor Jorge Poulson y su esposa Estaurofila Ladrón de Guevara.

Ambos eran reconocidos educacionistas en el país. Habían dirigido colegios en Córdoba y Rosario. Ambos tuvieron a su cargo la formación de las jóvenes que deseaban ser religiosas y se preparaban para la nueva fundación.

Reginaldo fue, en este punto, un adelantado. La importancia que le confiere al apostolado de los laicos fue una de las premisas del Concilio Vaticano II, bien entrado el siglo XX.
La Congregación fundada comienza a expandirse con rapidez. Su carisma: “Abrazar las miserias de la humanidad paciente” (AGDSJ- Fines del Instituto de Terceras Dominicas de San José. N° 2), expresaba una necesidad imperiosa de su tiempo y su corazón compasivo no podía dejar de atenderla.

Pronto son convocadas las hermanas para asistir a los enfermos de cólera en noviembre de 1886, tarea que realizan de manera heroica. Lo atestigua así el Dr. Torres, que escribía a las Hnas. desde Napoli el 16.11.1887: “El Dr. del Lazareto no olvidará jamás a las verdaderas enviadas de Dios para consolar y atender a los pobres enfermos. Ustedes que, con tanta abnegación y cariño, desinterés y amor cuidaban a esos pobres. Es la misión más santa, en ella se encierra el desprendimiento de sí mismo en el grado más sublime… y en los momentos de desaliento recuerden a la madre que tan oportunamente Dios le ha dado, misia Estaurofila, recuerden a la personificación de la virtud en la imponente y humilde figura de un fray Reginaldo Toro…” (AGDSJ- Caja Documentos de la Congregación)
Atendían a los enfermos a domicilio, y se recurría a ellas en las necesidades físicas y espirituales.

Expresa, en el Discurso a la muerte de la Hermana Imelda, lo siguiente “En una palabra, las Terceras Hermanas Dominicas de San José han recogido de los Corazones de Jesús, María y José, y de mi Padre (Santo Domingo), en amor a la humanidad, el llanto a la miseria, el consuelo al menesteroso, el auxilio al necesitado y lo que es todo en esta vida, la conformidad con la voluntad de Dios” (AGDSJ- Discurso a la muerte de la Hermana Imelda-1896).

Escribe al Sr. Poulson, su amigo esta carta:
“Mi viejito tata: Yo sigo regular con un dolor de cabeza que a veces no puedo más, pero ya van tres días de descanso…
Diga a la Madre Carmen que mande todos los días a la casa donde está enferma la madre de la hermana Dominga, porque es necesario atender mejor a las madres de las hermanas, y ya sucedió cuando estuvo enfermo Don Eufemio que no fue otra más que Dominga. Pueden ir a verla la hermana Dominga con la hermana Catalina una vez y otra, con la hermana Rafaela y así cambiarla.” (AGDSJ-Carta al Señor Poulson- 18/10/1892).

Su corazón de padre estaba siempre atento a sus hijas, siempre previendo los detalles de la vida cotidiana. Además de esto, su amistad con el matrimonio Poulson fue siempre cercana, confiada. En ellos confiaba sus preocupaciones y encontraba disponibilidad y ayuda.

Inmediatamente, las hermanas toman a su cargo el Colegio del Dulce Nombre de Jesús, el Hospital de niños Sma. Trinidad, el Colegio de San José, el Colegio del Smo. Rosario en Santa Rosa de Río I, el Hogar del Milagro para albergar niñas desprotegidas y sin familia, el Hogar del Carmen en la ciudad de La Rioja. Todas estas obras eran acompañadas o llevadas adelante por Reginaldo personalmente y en muchos casos, como con el Colegio de Santa Rosa, ayudando a llevar ladrillos y transportar vigas y materiales.

Nuestro Padre Reginaldo

Hermanas Dominicas De San José

Pues el espíritu de este Instituto es el de caridad y sacrificio en bien de la humanidad sufriente.»

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