Biografía Reginaldo Toro

Fray Reginaldo Toro de Santo Domingo, con ese nombre inicia su misión pública, su seguimiento de Cristo en pobreza, castidad y obediencia, su entrega generosa, austera y caritativa. Su historia inicia en la ciudad de San Miguel de Tucumán, Argentina, un 31 de julio de 1839. Nace Ángel  José, quien luego será llamado Reginaldo; sus padres fueron Carlos José Toro e Ignacia Mendoza. Recibió el bautismo a los dos días de haber nacido, en la  iglesia matriz de Tucumán. Fueron sus padrinos José María Méndez y Mercedes Santillán.

Ángel José Toro nace un 31 de Julio de 1839.

«Los Padres de Ángel Toro, sencillos, piadosos, honestos, pertenecían a esta generación cristiana, que vive de las fuerzas y consuelos de la Fe, que educa a sus hijos según el espíritu del evangelio y las piadosas lecciones del Catecismo; que prefiere para ellos la virtud a las grandezas, y conceptúan el estado religioso y sacerdotal como las preciosas de las gracias y el más envidiable ennoblecimiento”. (Fray Ángel Boisdron. Los Principios 31 de agosto y 01 de septiembre de 1904. Sup. Nº 3021)

La primera experiencia de cruz fue determinante en su corta vida. A pocos días de haber cumplido 12 años, el 6 de agosto del año 1851, su padre moría, joven aún y dejando a la familia a la que el pequeño varón de la casa, tendrá que ayudar, cuidar y proteger. Ángel José, repitió en su corazón dolorido esta oración: Sí, Padre. Que se haga como has dicho.

En el silencio del camino, acompañando los restos de su padre muerto en plena juventud, bebió el misterio del dolor y comenzó a conjugar un entramado de vivencias que lo preparaban para su elección vocacional. La obediencia tomó claramente las características de cruz, de fe probada y de contemplación amorosa de los designios inescrutables de un Dios que experimentaba cada vez más íntimo.

En la tranquilidad y silencio de su Tucumán natal, las palabras fueron silenciadas, ya no podían expresar la honda pesadumbre de tener que entregar, tan niño, a quien fuera su amigo, su guía, su baluarte. Entregar era lo que Dios le hablaba en su corazón. Entregar, no perder, porque entrega quien se siente libre para hacerlo, quien posee una riqueza y comprende que hace falta desprenderse.

La responsabilidad y la fortaleza de su carácter templaron su forma de ser y de relacionarse con los demás. En lo más profundo de su alma sintió como un dique enorme de dolor que se abrió, como cuando el agua rebalsa sobre las piedras que ponemos en el río para contenerla. Y ruge con fuerza… Pero también sabía que su tarea sería abrazar a su madre y a sus hermanos menores: Carlos, Julia, Virginia, Epifanía, Felisa, Gregoria; confiar así, ciegamente en la Providencia. Como un padre…abrazar, proteger, cuidar, custodiar. Como San José, esa era su gran misión.

Comprendió que en este camino había que dejar correr ese dolor, abrir ese cauce, no detenerlo… Con el tiempo sería, en la Providencia de Dios, un abrazo para el dolor de otros, porque el que vive el dolor y la cruz, sólo ése puede abrazar y consolar. Como Cristo, que se hizo cargo de nuestros dolores para ser consuelo y salvación.

Abrazar la humanidad doliente.

Siendo adolescente, entre 1851 y 1855 comienza a estudiar con los frailes dominicos, luego en 1856 a 1858,  con los franciscanos, aprende la filosofía.

Su juicio será, desde la adolescencia, recto y seguro, fijo y sereno, con la repugnancia de su alma a toda artimaña o trampa para lograr beneficios. Con ese bagaje inestimable para sus tiernos años, y encaminado por sus nobles padres en la senda del estudio, es aprovechado alumno de gramática latina. Estaba destinado a ser grande hombre, pues en la escuela era niño muy notable, y entre los que fueron sus condiscípulos ha quedado grata memoria del alumno y compañero excelente, del fresco y precoz discernimiento.” Escribe Juan Luis Hogan en la biografía de Reginaldo (1957).

A los 18 años, en junio de 1858, recibe el sacramento de la Confirmación en la Iglesia Matriz de manos del Vicario Colombres, siendo su padrino el Pbro. Joaquín Aragón. A los pocos días, con el fervor y entusiasmo que da el Espíritu Santo, parte desde Tucumán a Córdoba para ingresar a la Orden de Predicadores.

Luego de meses de preparación, el año 1859, viste el hábito blanco y negro de la Orden de Predicadores, es en esa ceremonia donde cambia su nombre de bautismo por el de Reginaldo de Santo Domingo. Luego del año de formación canónica en el noviciado, hace su primera profesión de votos religiosos. Tras cuatro años de estudiar Teología, el día 20 de setiembre de 1862 es ordenado sacerdote por el Obispo de Córdoba Vicente Ramírez de Arellano en la Capilla del Monasterio de las Monjas Carmelitas.

20 de Setiembre de 1862 es ordenado sacerdote

Entre 1863 y 1864, pese a su juventud, fue nombrado maestro de novicios, seguramente por la disposición que sus formadores siempre vieron en él: una clara inteligencia, un carácter tranquilo y reposado, sabiduría de vida, elocuencia para predicar y virtudes indiscutibles.

El padre Toro ha ejercido su carrera de profesorado en filosofía y teología por  15 años consecutivos y llegó a recibir el grado de Maestro en Sagrada Teología. Su pasión por la docencia lo caracterizaba al igual que su fervor en la predicación. Celebraba el Santo Sacrificio de la Misa, confesaba, estaba atento a las necesidades de sus hermanos, tal como lo aprendió de pequeño. En varias oportunidades estuvo a cargo de la formación de los novicios.

Se desempeñó como subprior y luego prior del Convento de Santa Catalina de Siena, en la ciudad de Córdoba, lugar que lo vio madurar en su vocación. Al poco tiempo viaja al exterior, y conoce Roma (Italia), Lugares Santos (Palestina) y Carpentras (Francia)

En el año 1877, participa del Capítulo Provincial realizado en Santa Fe, donde fue elegido Provincial de la Provincia de San Agustín de Buenos Aires, el 9 de noviembre. Tenía 38 años.

Ejerce el cargo de Provincial de la Orden en Argentina durante dos períodos, 1877-1881 y 1881-1886 encargándose de continuar la obra comenzada por su predecesor Olegario Correa de instaurar la Vida Común en todos los conventos de la Orden en el país.

En el segundo período de provincial, septiembre de 1885, asistió al Capítulo General celebrado en Lovaina, Bélgica. En ese Capítulo fue miembro de la comisión encargada de las reformas de la Constitución de la Orden. En ese viaje visita a las Hermanas Dominicas de la Anunciata en Vich (España) con el objetivo de pedir las Constituciones de esa familia religiosa a los fines de inspirarse para la nueva fundación que tenía previsto realizar junto a la comunidad de frailes de Córdoba. De esa visita había traído además de las Constituciones, un modelo de hábito de las hermanas.

Convento de los frailes

En julio de 1886 finalizó su labor como padre Provincial de los dominicos, y en seguida se dispuso a formalizar la obra que con su comunidad venían proyectando. Acordaron en Consejo establecer en la ciudad, a las Hermanas Terceras Dominicas Educacionistas; bajo el patrocinio del Señor San José. En esta obra del Espíritu, intervino activamente un matrimonio que apoyó la fundación y acompañó desde el principio.

Vivo interés tomó, la virtuosa señora Estaurofila Ladrón de Guevara de Poulson y también el Señor Jorge Poulson, ambos educacionistas, que gozaban de alta distinción y eran respetados en esta ciudad, en donde cada uno había dirigido su colegio propio en distintas localidades por muchos años y educado, niños y niñas de la primera sociedad; de los cuales ya muchos y muchas figuraban en los diferentes gremios sociales.” P. Moyano OP

Estaurofila
Poulson

Fray Reginaldo, fue fundador y director de la Congregación, padre y maestro de las hermanas. El fin de la misma, dar respuesta al dolor de la humanidad, desde la contemplación de Cristo Crucificado. Abrazando en la Cruz de Cristo, el dolor de la humanidad que sufre.

La Congregación fue fundada el día 9 de octubre 1886, a los pies de Ntra. Señora del Rosario del Milagro de Córdoba. Allí las once primeras hermanas vistieron el hábito de Santo Domingo de Guzmán, quedando la Congregación incorporada a la Orden Dominicana.

El 4 de agosto de 1887, se colocó la piedra fundamental del Colegio De San José, en el terreno donado por los esposos Poulson.

Mientras la Congregación fundada recientemente crecía en número y en obras, el padre Director, fray Reginaldo era propuesto por el Presidente de la Nación Miguel Juárez Celman, al Papa León XIII, como candidato para Obispo de Córdoba. En julio de 1888, recibe las Bulas Pontificias por las cuales el Papa le creaba y constituía Obispo y pastor de la Diócesis de Córdoba. Fue consagrado por el Arzobispo de Buenos Aires Federico Aneiros en la iglesia de Santo Domingo de Buenos Aires, el 19 de agosto del mismo año. Desde entonces incansablemente se dedicó a su extensa Diócesis. 

“Se necesitaba, pues, un prelado que tuviera no solo ciencia sino también experiencia y hábito de mandar y gobernar; de lo que no carecía el Obispo Toro. Pues había sido perlado en la Orden muchos años y sabía lo que cuesta contentar subalternos y gobernar sin vencer obstáculos, y, sin tropezar con muchas resistencias, que tarde o temprano se allanan, mortifican y hacen sufrir al que tiene que conciliarlo todo. No obstante, en el Obispo Toro había además de la firmeza de carácter, lo que queda indicado, que es indispensable para exteriorizar siquiera, aquella paz que debe aparecer ante la faz del público. Lo que consiguió, tan luego de tomar posesión del mando su diócesis, indicándolo en una de sus primeras pastorales. Porque todo reino dividido según la expresión del Espíritu Santo en los “Proverbios” se arruina y se destruye.” (P.R.Moyano).

A los pocos días de ser consagrado, difunde su primera carta pastoral, donde se presenta como Obispo, Padre y Pastor asumiendo el Gobierno pastoral de Córdoba, reconociendo su límite humano y aceptando el cargo con la confianza absoluta en la ayuda de Dios. Estaba en la mitad de la vida, con casi 50 años, se abría ante él una labor de mucha entrega. Así es como se dispuso a trabajar para organizar mejor la misión de la Iglesia en el territorio del cual ahora era responsable.

Organizó el Cabildo Eclesiástico, y nombró al Canónigo Rosendo de la Lastra su secretario. Autorizó el establecimiento de las religiosas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor d´Angers que atenderían el Colegio de Instrucción Práctica y luego el Taller de la Sagrada Familia.

En 1889, expidió una pastoral refiriéndose a la ley del matrimonio civil.

Viajó a Buenos Aires, donde se reunió en el Palacio Arzobispal con los otros integrantes del Episcopado Argentino: Arzobispo de Buenos Aires León Federico Aneiros, Obispo de Cuyo Fray Juan Wenceslao Achával, Vicario General de Paraná Pantaleón Gallozo y el Vicario Capitular de Salta Pablo Padilla, para analizar la situación de la Iglesia en relación con el estado del país, originándose una reflexión conjunta fechada el 28.02.1889 que sería la primera Carta Pastoral Conjunta del Episcopado Argentino.

Visitó el Curato de Calamuchita, y el de Deán Funes acompañado por los Canónigos Aquilino Ferreyra y Luis F. Tagle donde dieron una misión. También la Villa del Tránsito donde confirmó a los feligreses.

Con una misión, cerró la visita pastoral en Alta Gracia y en el Curato de Remedios (departamento Río Primero). Confirmó en Villa del Rosario.

Bendijo la piedra fundamental de la nueva iglesia de Cruz del Eje, continuando luego la visita a Soto, La Higuera, San Carlos Minas, Salsacate.

Protestó por la detención del Canónigo Apolinario Argañaraz que había celebrado un matrimonio sin solicitar el matrimonio civil previo. Creó la “Sociedad Cooperadora de las Misiones de la Diócesis de Córdoba” a los fines de apoyar el trabajo misionero en toda la Provincia.

Encomendó la realización de la Visita Pastoral a La Rioja (también jurisdicción de su amplia diócesis) al Provisor y Vicario General Dr. Uladislao Castellano.

Consagró la iglesia Santo Domingo de San Miguel de Tucumán que había bendecido en 1884, siendo Provincial.

Se entrevistó con el P. Rousselin de los Religiosos de la Tercera Orden Docente de Santo Domingo (Lacorderianos), para encargarle la dirección del Colegio Santo Tomás de Aquino que se inauguraría el año siguiente.

Reformó y adecuó la residencia episcopal y designó director del Seminario de Ntra. Sra. de Loreto al Canónigo Aquilino Ferreyra. Además nombró nuevos profesores y trató de introducir mejoras en el antiguo edificio del Seminario para hacerlo más funcional.

En medio de tanta actividad, se daba el espacio para estar en contacto con sus hermanas Dominicas:

“Mis buenas hermanas, Espero en Dios que el miércoles tres o cuatro de abril estaré en esa. Recen mucho y sean muy humildes y sumisas y obedientes en todo porque yo espero que con paciencia todo se alcanza. He visto gente muy humilde y he encontrado criaturas muy caritativas, y recordaba de Uds. Si pudieran mandarme una gruesa de medallas de unas grandes que les di y una docena de rosarios de los mejores, les agradecería mucho. El Señor las bendiga y Dios esté con Uds. Sta Rosa 26/3/89 F. Reginaldo Obispo”

En 1890, creó la Parroquia de San Francisco de Asís, en Dpto. Gral. Roca. Consagró la Iglesia del Monasterio de Santa Catalina de Sena (Monjas Dominicas) y la iglesia matriz de Río Cuarto (actual Catedral)

En 1891 participa de la coronación de Nuestra Señora del Valle de Catamarca y comienza la visita a los curatos de Chilecito y Famatina en La Rioja. Con ayudas y limosnas compró la casa en Los Molinos (Depto. Calamuchita) para vacaciones de los seminaristas.

Viajó a Buenos Aires y a principios de 1892, llegó a Roma donde solicitó a su Santidad León XIII el premiso para coronar a la imagen de Ntra. Sra. del Rosario del Milagro, con ocasión del el 4° Centenario del Descubrimiento de América y del 3° Centenario de la aparición de la imagen. Había llevado las coronas de la Virgen y el Niño para que el Papa las bendijera, éste a su vez le entregó su anillo Papal como ofrenda para la Virgen y lo nombró Delegado Papal para la coronación. Es el primer Obispo argentino que realizaba la visita ad límina, allí presentó un detallado informe de la Diócesis, además solicitó el nombramiento de dos obispos auxiliares para Río IV y La Rioja. En este mismo año creó las parroquias de San Bartolomé en Morteros y San Francisco de Asís en la localidad homónima. Redacta una Carta Pastoral con motivo de la Coronación de la Virgen del Milagro y del descubrimiento de América. Coronó a la imagen de la Virgen en la ciudad de Córdoba. Consagró en la Catedral a Rosendo Isauro de la Lastra Gordillo Obispo Auxiliar de Córdoba.

En el año 1893 nombró Secretario al Pbro. Rubén Márquez y a los Obispos Auxiliares  Uladislao Castellano y Rosendo de la Lastra, designó vicarios de la Diócesis con sede en Río Cuarto y La Rioja, respectivamente. Creó el Curato de Ntra. Sra. de la Merced en la localidad de La Carlota y la Parroquia de La Asunción en  Marcos Juárez. Autorizó la instalación de las Hnas. Terceras Dominicas de San José en la Villa Santa Rosa de Río Primero, por solicitud del Párroco de la localidad cordobesa.

En 1894 bendijo la piedra fundamental del Colegio del Santísimo Rosario en Santa Rosa de Río I, acompañó muy de cerca esta nueva obra de las hermanas visitándolas con frecuencia. Promovió la creación del diario católico Los Principios, tarea que encomendó al Pbro. Juan Martín Yaniz y reabrió el Colegio Santo Tomás a cargo de los P. Escolapios quienes asumieron la dirección del mismo.

El Obispo del Diario "Los principios"

En 1895,  consiguió la donación del Gobierno de la provincia, de dos terrenos para construir el actual Seminario Mayor, en la ciudad y colocó la piedra fundamental del nuevo edificio para el seminario de Ntra. Sra. de Loreto. Presidió los actos de inauguración del Colegio del Santísimo Rosario de Villa Santa Rosa de Río I; creó el Curato de Nuestra Señora del Rosario de Cruz Alta.

Fue parte de la Erección del Seminario Mayor de Córdoba

En 1896, por sus gestiones ante el gobierno provincial, consiguió los terrenos para construir una cárcel de mujeres que sería atendida por las hermanas del Buen Pastor. Predicó los Ejercicios Espirituales a sus hijas, las Dominicas de San José recomendándole que pidieran por la conversión de los pecadores, por la Orden y por las necesidades de la Congregación.

En 1897 escribió su carta pastoral para la Cuaresma donde hacía hincapié en la enseñanza de las virtudes teologales; bendijo y colocó la primera piedra del edificio del Buen Pastor que se construiría sobre la Avenida Argentina (actual Hipólito Irigoyen), e hizo lo propio con el templo de las Concepcionistas Argentinas en Bajo Galán.

Coloca la piedra fundamental del Edificio Buen Pastor

En 1898 comunicó al Cabildo Eclesiástico su reorganización, ésta incluía el nombramiento del santo cura Brochero como Primer Subdiácono. Escribió una Carta Pastoral con motivo de la visita de Monseñor Fernando Terrien Misionero Apostólico, Delegado de la Propagación de la Fe (Propaganda Fide). Creó el Curato de Nuestra Señora de Monserrat de Colonia Caroya. Presidió el acto de toma de posesión del Taller y Asilo de la Sagrada Familia por las Hnas. Terciarias Franciscanas de la Caridad, tras aprobar las gestiones realizadas por Fray Zenón Bustos para su instalación. Bendijo la capilla de las Hnas. Terciarias Mercedarias del Niño Jesús (Alta Córdoba).

Con sus actos iba demostrando su amor por la vida religiosa que enriquece con sus carismas a la Iglesia.

En 1899 viajó a Roma para participar del Concilio Latinoamericano convocado en Roma por León XIII. Durante su estadía en Roma solicitó un nuevo Obispo Auxiliar.

En 1900, participó de las fiestas de la Coronación de la Virgen de Itatí, en Corrientes.

Consagró al nuevo Obispo Auxiliar Aquilino Ferreyra, en la iglesia parroquial de Villa del Rosario y a Filemón Cabanillas, en la Catedral de Córdoba. En octubre del mismo año, mientras realizaba la Visita Pastoral en Santa Rosa de Río Primero, tuvo una hemiplejía en la casa de sus hijas, las Hnas. Dominicas de San José, enfermedad que llevó con fortaleza hasta su muerte.

Hay un telegrama con el que se cree que el Santo Cura Brochero comunicó el ataque ocurrido:

En el año de 1900 el Obispo de Córdoba, Monseñor Fray Reginaldo Toro, invitado por Brochero, visita su extensa parroquia. Improvisadamente el prelado sufre un ataque de hemiplejía. No bien se entera Brochero, que padece un terrible dolor de muelas, envía el siguiente telegrama al canónigo Márquez, secretario del Obispo: ´Toro empastado, media res muerta. Mande médico. Yo loco muelas´. En su vejez Brochero negaba haber redactado el famoso telegrama…” (Don Quijote por las sierras de Córdoba, Noriega sdb).

Siguió trabajando con dedicación, no sin dificultades. Creó los Curatos de San Vicente y San Jerónimo.

En 1901 creó el Curato de Jesús Redentor de Laboulaye y por su salud que se iba deteriorando, nombró Provisor y Vicario General al Obispo Auxiliar Filemón Cabanillas.

En 1902 Creó los Curatos de Nuestra Señora de la Merced de Arroyito, de Nuestra Señora de la Consolata de Sampacho, de La Anunciación de Canals. Nombró Provisor al Canónigo Magistral Samuel Elías Bustos.

El 21 de agosto de 1904 fallece el Obispo Fray Reginaldo Toro.

Señores en medio de su grandeza y de su influencia no olvidó los hábitos del humilde dominicano y haciendo caso omiso de las pequeñeces terrenas, sabe levantarse por sobre ellas y vivió y murió sin preocuparse si al día siguiente tendría lo necesario para su sustento, murió y vivió en la más entera humildad rayana en la miseria, pero jamás se llamó a su puerta que no se le encontrase abierta.

Allí está su obra; la prosperidad ajena a la época que la juzgue y pueda en día no lejano rendirle la justicia que le corresponde. (Dr. Julio  Rodríguez de la Torre)

RETRATO

Un contemporáneo suyo Fr. Reginaldo de la Cruz Saldaña Retamar lo describía así:

En lo físico, hombre fornido, corpulento, macizo como laurel de sus bosques tucumanos. Frente espaciosa. Tez algo moruna, cejas tupidas y – sobre todo – ojos de azabache, de mirar penetrante que parecía sondear lo más íntimo de la psiquis humana.

Paso tardo. Ademán mesurado. Hablar quedo. Sonrisa leve. Su porte imponía. Se lo adivinaba ceñudo, severo, alma poco abierta a las expansiones amistosas. Parco en sus discursos y parco en sus operaciones.

Tratándole de cerca se desprendía de su involucro agresivo para mostrar un corazón de padre, no tanto por las palabras cuanto por los hechos. Era recto pero sincero.” Artículo periodístico titulado Monseñor Toro, fechado en Villaguay, Entre Ríos el 20.07.1939