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Herencia Espiritual

En toda herencia hay un causante, el caudal relicto y los herederos. En este caso el causante es el Padre Reginaldo Toro, a quién no solo le recocemos sus virtudes, sino su herencia espiritual. Los herederos son todos los que a lo largo de la historia se acercaron al Padre Reginaldo y a su Obra, y los que se siguen sumando para conocerlo y dejarse inspirar por su ejemplo de santidad.

Actualmente somos los beneficiarios de esa Obra de Dios concretada en un hombre sencillo y luchador, un fraile con la templanza de Santo Domingo, un pastor y obispo entregado a su pueblo.

El caudal relicto son los bienes que el causante deja a su muerte y que constituyen su herencia, en este caso no se trata de bienes materiales (como casas, acciones, cuentas, etc.), sino de bienes inmateriales, el recuerdo de su vida, de sus viajes, de sus visitas pastorales, de sus virtudes, de su sufrimiento y de su extensa obra escrita.

Esta herencia espiritual nos enriquece a todos por: su entrega a Cristo crucificado, la confianza en la providencia, la oración y el silencio en el regimiento interior, la fraternidad, el Amor a la Iglesia, la devoción a la Virgen María, su devoción a San José y a la familia dominicana.

Sus virtudes iluminan este legado: la fe, la esperanza, la humildad, la templanza, la gratitud, la justicia y la caridad que dejó en un lema fundacional, un imperativo de sus Hijas espirituales las Hnas. Dominicas de San José “abrazar a la humanidad doliente.”