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Obispo de Córdoba

La misión propia del Obispo consiste en velar. El obispo es aquel que vela; custodia la esperanza velando por su pueblo (1 Pe 5, 2). Está atento a cuidar todo aquello que mantiene la unidad del rebaño. Otra actitud espiritual es la del que pone el acento en vigilar estando alerta ante los peligros.

Ambas actitudes hacen a la esencia de la misión episcopal y adquieren toda su fuerza desde la actitud más esencial que consiste en velar, que hace estar al Pastor como Cristo “en medio al pueblo”. Cuidando al “Pueblo de Dios” con “ternura y misericordia la del «pastor con olor a oveja”.

Monseñor Reginaldo Toro fue este Pastor, que “amó a la Iglesia y se entregó por ella”, cuando asume como Obispo de Córdoba expresa ese sentimiento de fragilidad ante semejante responsabilidad “En este sentido les hablo por primera vez como Obispo vuestro, Padre y Pastor y con toda la efusión de nuestro corazón. El peso de responsabilidad que carga sobre nuestra alma como Pastor de esta diócesis, sólo puede soportarse con el auxilio de Dios y el vuestro (…) hermanos míos en el sacerdocio, porque los tiempos actuales demandan más que nunca un esfuerzo supremo de todas las virtudes (…): un trabajo inteligente y sumamente delicado, hecho con verdadera caridad, de lo íntimo de nuestra alma, siguiendo el ejemplo que el mismo Señor nuestro Jesucristo nos dio.” (Primera Carta Pastoral,28 agosto 1888).