Con fe, convicción y amigos fundó el Colegio De San José en Córdoba

0
916

23 de Octubre de 2019. Comunicación @PadreReginaldoToro, Hnas. Dominicas de San José.

Colegio Graduado San José, fue el nombre que recibió el Colegio De San José de las Hermanas Dominicas en sus inicios, ubicado en Mariano Moreno 108 (B° Alberdi, Córdoba), lugar conocido como Las Quintas. El matrimonio Poulson, cercano a fray Reginaldo Toro, donó a la congregación una manzana de terreno para que se construyera en el lugar, un amplio colegio y convento.

El 4 de agosto de 1888 el Obispo de Córdoba Fray Reginaldo Toro bendijo la piedra fundamental del futuro edificio con un discurso en el que deja de manifiesto los atributos de un hombre de fe, emprendedor, que asumía los imposibles como posibles con la confianza puesta en Dios.

«Tenemos que llenar una misión que Dios, al darnos la vida, nos ha impuesto -como individuos y como sociedad- y esa misión es: Enseñar al que no sabe, Educar y enseñar a la juventud, preparar su corazón y su inteligencia para recibir esos golpes que la sociedad, con frecuencia, descarga sobre el débil y desprevenido…»

La primera parte de la Obra se levantó en poco tiempo por las donaciones que hicieron al matrimonio Poulson, la sociedad cordobesa y la labor incesante de un constructor don Mariano Güell.

Finalmente 36 religiosas se establecieron en el lugar en febrero de 1891 aunque la obra no estaba terminada. El 7 de marzo de 1891 abrió sus puertas el Colegio De San José en el nuevo edificio mientras seguía funcionando en la calle Deán Funes 285 el Colegio Dulce Nombre de Jesús, primera fundación educativa de las Hermanas Dominicas de San José.

DISCURSO DEL ILUSTRÍSIMO SEÑOR OBISPO DIOCESANO EN LA COLOCACIÓN DE LA PIEDRA FUNDAMENTAL DEL COLEGIO (4 DE AGOSTO DE 1889).

“¡Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!”

“Hijos míos y hermanos míos: la obra cuya piedra fundamental acabamos de bendecir es toda entera una obra de caridad, una obra destinada a enaltecer la gloria de Dios en las alturas y a dar paz a los hombres en la tierra.

Es una obra que ha nacido entre pobreza: fue comenzada sin más recursos que la buena voluntad del pueblo y su espíritu caritativo y cristiano, que por más que se diga, no nos ha abandonado sino que crece y aumenta, aunque cambia su acción y su forma según los tiempos y necesidades.

Esta obra desarrolla un vasto plan, demasiado grande, quizá, para miras y recursos puramente humanos; pero nosotros ponemos humildemente nuestra esperanza en Dios para quien no hay cosa imposible, ni cosa difícil y que sólo y únicamente pide de nosotros ánimo y buena voluntad”. (Archivo General Hermanas Dominicas de San José).

Estas palabras siguen teniendo fuerza hoy en las realidades de las comunidades de la congregación. Todas tienen como fin dar a conocer a un Dios que abraza la humanidad del que sufre, bajo la conciencia de que si se confía solo en las fuerzas de la congregación resultaría muy difícil sostener hoy la obra que es de Dios.

Voluntad de hierro

El Padre Reginaldo era un hombre de fe firme y de voluntad inquebrantable. Gravemente preocupado por la educación de la mujer, se propone esta obra enorme confiando en la Providencia.

Sin embargo, sabía que los medios humanos eran limitados, que Dios necesita de nuestro pequeño aporte: trabajo, fe, energías, entusiasmo, proyectos, confianza.

Son virtudes que le eran sumamente familiares. Los esposos Poulson fueron sus amigos y ellos ayudaron con lo que poseían. Adelantado al “ChristifidelesLaici” (1988), Reginaldo trabaja codo a codo con los laicos, se apoya en ellos, les da un lugar importante en su tarea y confía en la mirada de hombres y mujeres del Pueblo de Dios.

Conocé la Obra del Colegio De San José en Córdoba https://csjdominicas.edu.ar/#Obrasdominicas

*Datos del libro «La Obra Asistencial de las Hermanas Dominicas de San José», Liliana de Denaro.