Madre Azucena ubicada cerca de la ventana, con el mazo de cartas levantadas y se sonríe.

28 de Junio de 2019. Por Hnas. de la Comunidad Dominicas de San José.

La comunidad de Hermanas Dominicas y amigos la llamaban «madre Azu». La muerte la sorprendió el jueves 27 de Junio en casa de sus amigas. El retrato de Benita Rosa Santillán, su nombre de bautismo, es mucho más que una biografía, es el reconocimiento y agradecimiento por su vida en la tierra. Por eso madre Azucena Rosa De San José te vamos a extrañar.

Benita Rosa Santillán nació en la Punta de Agua, a veinte Km. de  Santa Rosa de Rio I, Provincia de Córdoba, el 12 de mayo de 1944. Fue Bautizada en Santa Rosa de Río I el 14 de agosto de 1944.

Sus padres fueron Tránsito Ramón Santillán y Lucía María Falco. El hogar conformado por este joven matrimonio tuvo cuatro hijos: el hijo mayor, Eduardo Santillán, siguiendo su vocación religiosa, ingresa en la Congregación de los Padres Redentoristas. Le siguen  Luis del Tránsito Santillán y Dora Lucía Santillán de Chávez.

Benita realizó su escuela primaria en el Colegio Domingo F. Sarmiento, de la localidad de “El Crispín”. Ingresó a la Congregación  de las Hermanas Dominicas de San José el 19 de octubre de 1961. Tomó el hábito el 28 de abril de 1962, recibiendo el nombre de Azucena Rosa De San José.

Realiza su  Primera Profesión el 8 de setiembre  de 1963 y la Profesión Perpetua el 21 de diciembre  de 1968. Estando en la Congregación, recibe su Título de Maestra Normal Nacional en el Colegio De San José. Posteriormente se recibe de Profesora en en Ciencias Sagradas en el Instituto Lumen Cristhi.

A lo largo de su vida religiosa  desempeñó diversos cargos y tareas: fue Bibliotecaria y preceptora del Colegio De San José,  entre 1970 y 1974 fue  Directora de Primaria del Colegio De María Inmaculada de Las Varillas.

Entre 1977 y  1980 -Directora  de Primaria del Colegio De San José. Consejera General en los años 1976 a 1983 y  desde 1980 a 1983: Superiora de la Comunidad del  Colegio de San José.

Fue elegida Priora General de la Congregación en 1987 a 1993. Siempre se dedicó a la animación pastoral y la catequesis, tareas que disfrutaba y llevaba adelante con entusiasmo en cada comunidad donde se la destinaba. Tenía un especial don para llegar a las personas, por su sabiduría, su modo paciente de explicar las verdades de fe, la claridad de su entendimiento y el fervor de su espíritu.

Con grandes dones para el trabajo manual, era excelente costurera. Muy buena cocinera, realizaba el dulce de mamón más rico, con las frutas que cultivaba en la huerta de la casa Madre. Tenía  especial facilidad para atender las plantas de flores, que estaban siempre coloridas y bellas, en cualquier época del año.

En el último tiempo en la Casa Madre su servicio fue dedicado a cada hermana, sobre todo a las ancianas y enfermas. Cuidó que no les faltara nada, arregló sus ropas, se preocupó de su alimentación y bienestar.

Guardó siempre un cariño especial por su familia, atendió a sus padres y los acompañó en su enfermedad. Fue el ángel guardián de su hermano Eduardo, a quien siempre  visitaba para compartir sus domingos de descanso con él y expresarle, con esa  exquisita caridad que la caracterizaba, su amor filial. .

Su lugar preferido: La Estancita. Con un trabajo paciente de varios años, mantuvo hermosa esa casa de descanso, se preocupó de repararla, de cuidarla, de embellecerla. Sus viajes semanales a la Villa Del Milagro eran un espacio de contemplación y una fuente de alegría para su espíritu.

Guardó siempre en su corazón un espacio privilegiado para sus amigos y para los benefactores de la Congregación. Siempre tenía para con ellos un gesto de agradecimiento. La mañana del jueves 27, la sorprendió la muerte en casa de sus amigas, donde la charla amena selló la amistad y el cariño.

Madre Azu: como te llamábamos siempre…

Gracias por tu testimonio de Consagrada siempre entregada a Dios y a tus hermanas.

Vamos a extrañar tus mates por la tarde, tus dulces y tu sonrisa amplia.

Que el Señor Jesús te guarde siempre en su Corazón Sagrado

 y que los ángeles y santos te reciban… Hasta que nos volvamos a encontrar…