Predicadora dominicana en Venezuela, una voz profética que clama por el dolor de su pueblo

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Sor Emérita Ávila Urribarrí OP. Superiora General de la Congregación Hermanas Dominicas de Santa Rosa de Lima, presentó una Reflexión sobre la realidad en Venezuela y nuestra predicación dominicana, en el marco de la 9°Asamblea General Trienal de DSI  (Dominican Sisters International). Relata con claridad la situación cruel e infrahumana de nuestros hermanos venezolanos, y como la obra dominicana CAMINA con su pueblo sufriente en busca de la verdad. 

En Venezuela la dignidad de las personas tiene un precio: puede ser desde un medicamento, un alimento, servicio de electricidad hasta una botella de agua potable, bienes esenciales a los que sólo tienen acceso los que poseen la moneda extranjera y las relaciones sociales necesarias. Sin darnos cuenta nos hicimos esclavos de un sistema que juega con nuestras necesidades básicas para sobrevivir y se alimenta de nuestra angustia para satisfacerlas medianamente, que sometió nuestra obediencia penetrando como una enfermedad en los valores humanos y cristianos de nuestra gente, confundiéndola y distorsionando su entendimiento con discursos tan increíblemente prometedores como incoherentes y contradictorios.

Vivimos una realidad compleja, plural y multifactorial con un denominador común: la violación de los derechos humanos esenciales, que tiene como consecuencia directa el resquebrajamiento familiar, social, político, económico, educativo, asistencial. Al no haber respeto a la dignidad de la persona se tambalea la estructura social, y los principios fundamentales que rigen toda sociedad humana son violentados y manipulados a favor de las erróneas directrices de un gobierno que hace mucho tiempo se separó de las necesidades del pueblo y se hace sordo a sus reclamos y exigencias.

En Venezuela se vive en condiciones infrahumanas, luchando para sobrevivir cada día, las prioridades siempre son cubrir las necesidades básicas como alimentación, salud, servicios (luz, agua, comunicación, transporte).  Se ha acentuado profundamente la pobreza, los salarios de más del 80% de la población no alcanzan para cubrir la cesta básica de una semana, esto arroja altos niveles de desnutrición infantil, enfermedades, aumento de la tasa de mortalidad en todas las edades, desigualdad social, entre otros.

Desde los últimos meses se ha acentuado el problema del servicio eléctrico en todo el territorio nacional, apagones generales de más de cinco días continuos colapsan el sistema de salud, transporte, telecomunicaciones, entidades financieras, comercio, la vida diaria de los ciudadanos. Adquirir alimentos es muy difícil pues sin el servicio eléctrico no funcionan los puntos para cancelar con tarjetas, no se pueden hacer transferencias bancarias, el dinero en efectivo es insuficiente y no alcanza para cubrir los altos costos de la comida.  También el problema de la escasez del gas doméstico ha hecho que las personas se auxilien con cocinas y aparatos electrónicos, la falta de luz imposibilita su uso.

De igual manera el servicio de agua potable es irregular, existen comunidades a las que no les llega durante largos períodos, hasta meses. Venden las cisternas del líquido vital a precios inaccesibles. Tampoco hacen mantenimiento a las plantas de agua, ni les colocan los químicos necesarios para que se pueda consumir adecuadamente.

En un mundo interconectado, las comunicaciones dentro del país se han convertido en una verdadera odisea, ha colapsado la telefonía fija, también la móvil, el internet. Más se agrava la comunicación con el mundo exterior.

No hay capacidad de prever a futuro, no se sostiene ninguna planificación o presupuesto, cada semana está sometida a una sorpresa del gobierno, que emite órdenes de manera unilateral de forma improvisada y nos somete a un descalabro total en todos los ámbitos, obligándonos a re planificar e implementar crónicamente planes de contingencia; para citar algún caso: aumenta continuamente el salario mínimo sin soporte en la banca nacional e internacional, suspende las clases desde la educación inicial hasta la universitaria, propone planes de racionamiento eléctrico y de agua pero nunca los cumple, recorta jornadas laborales, obliga al sector público y privado a no trabajar, causando enormes pérdidas a las pocas empresas que estoicamente siguen de pie apostando por el país.

Hemos involucionado en pleno siglo XXI, volvimos prácticamente a la Venezuela rural del siglo XIX, antes del petróleo, con el agravante de que el avance del mundo de hoy con sus cambios acelerados no se detiene y nos deja atrás, negando oportunidades a las nuevas generaciones y el progreso de la nación.

Tenemos en el país la tasa más alta de hiperinflación, sin precedentes en todo el mundo, caso inédito, pobreza extrema, hambre, muertes, enfermedades endémicas que habían sido erradicadas en toda la región, niveles altísimos de impunidad, torturas en las cárceles, persecución de opositores al gobierno, presos políticos, líderes inhabilitados, civiles armados por el gobierno que aterrorizan la población (los llamados colectivos y milicianos), los niveles más altos de corrupción, el secuestro de todas las Instituciones: Tribunal Supremo de Justicia, Poder Electoral, Poder Ejecutivo, la única Institución legal y confiable es la Asamblea Nacional. Poderes paralelos que toman decisiones de forma arbitraria alineados con el gobierno.

La Obra dominicana 

Nuestra predicación dominicana en esta situación país es la contemplación de Dios presente en nuestro pueblo, en el rostro de cada hermano que sufre, la solidaridad con ellos en la práctica de las obras de misericordia, la lucha por la defensa de los derechos humanos, el impulso y organización de Justicia y Paz a nivel de Familia Dominicana, con los proyectos de consolidación del equipo a nivel nacional, formación de agentes en las instituciones educativas, acompañamiento de los mismos en acciones concretas, enlace con diversas organizaciones dominicanas y eclesiales, Cáritas, para hacer llegar alimentos, insumos médicos y artículos de primera necesidad a la población.

Nuestra Congregación tiene la bendición de haber sido fundada, por la Sierva de Dios Madre Georgina Febres Cordero Troconis, en Mérida, ciudad que enriquece a Venezuela con montañas nevadas, el teleférico más alto del mundo y la reserva espiritual del país. El amor por estas tierras y la génesis de nuestra Congregación se funden en un solo compromiso indisoluble: CAMINAR con el pueblo de Dios peregrino y sufriente en la búsqueda de la verdad, luchar por la justicia y la paz, por la dignidad humana, sus derechos fundamentales, hacer presente el Reino de Dios e iluminar desde el evangelio otra Venezuela posible ante la tentación de acostumbrarnos a esta situación anormal, inhumana y caótica, también salimos a la calle junto a nuestras hermanas y hermanos dominicos en Venezuela a acompañar al pueblo en las protestas por la vil situación a la que estamos sometidos. Confiamos en la Providencia del Padre, la fuerza del Espíritu Santo al lado de nuestros hermanos, como Jesús en medio de la tempestad (Mc. 4, 37 – 38).

Ollas milagrosas, ollas solidarias, ollas con amor 

Durante años hemos servido a multitud de familias en nuestros colegios, ancianatos, casas hogares, sitios de misión; hoy se tienden a la Congregación un sin número de personas solidarias; no hay algo más conmovedor en el lecho de enfermedad de tantos hermanos al observar cómo la mano de un pobre se abre para ofrecer el medicamento que sobró del tratamiento médico de uno de sus familiares que no sobrevivió, o el alimento perecedero que había guardado para su familia pero que no puede conservar sin electricidad. Este es nuestro signo de esperanza: la solidaridad y la hermandad, porque Venezuela y tantos países oprimidos son testimonio de que no hay tribulación que logre opacar el amor redentor de Dios que hace brotar el coraje y la fe necesarios para luchar por la dignidad humana.

Tenemos unas experiencias maravillosas, fraternas, creativas para aportar un grano de arena en tan compleja crisis, en todas las entidades dominicas que hacen vida en el país: frailes, hermanas, laicos, movimiento juvenil, voluntarios: la olla milagrosa, la olla solidaria, la olla fraterna, el arepazo, entre otras, se multiplican por todo el país con la suma de voluntades para llevar un alimento a los más vulnerables: niños, ancianos, madres y a todo el que lo necesite.  Nos unimos al sentir de la Iglesia a través de la Conferencia Episcopal Venezolana y de la Confederación de la Vida Religiosa en Venezuela (CONVER) en todas las iniciativas, jornadas de formación, exhortaciones pastorales, campañas y redes que favorecen la atención de nuestros hermanos en las situaciones más críticas.

Una voz profética 

La predicación que llevamos en Venezuela los dominicos levanta la voz profética en nuestros Colegios Católicos a través del mayor esfuerzo conjunto por no desmejorar la calidad educativa que ofertamos, con los planes de adoctrinamiento y menoscabo pedagógico que impone el Ministerio del Poder Popular para la Educación; trabajamos por mantener la luz de la Verdad en alto, faro que ilumina siempre la posibilidad de vivir como seres humanos en una sociedad democrática, justa, fraterna donde la formación y el conocimiento nos permiten desarrollar nuestras mejores capacidades en servicio de la humanidad, para favorecer el bien de todos, la atención adecuada de los ciudadanos, la cobertura de sus necesidades básicas, el trabajo digno, la ciudadanía, la seguridad social, el respeto, el funcionamiento de las instituciones, el cuidado de la creación, en fin, para dejar el mundo mejor de lo que lo conseguimos.

Prioras Dominicanas que representan a las Congregaciones de Latinoamérica y el Caribe.