El corazón de San José, un corazón de padre

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El Papa Francisco, en su Carta Apostólica “Patris Corde”, nos dice que José amó a Jesús “con corazón de padre”. ¿Cómo era ese corazón de padre de San José? Siguiendo la iluminación del Papa intentaremos asomarnos, a través de algunas pinceladas al corazón de aquel que llevaría el título de Padre Adoptivo de Jesús, el hombre a quien Dios confió a su Hijo en la tierra.

El corazón de José supo acoger la voluntad de Dios, supo acoger el Misterio y ponerse a su servicio. José puso toda su vida al servicio de Jesús y de María.

San Pablo VI observa que su paternidad se manifestó concretamente «al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio al misterio de la Encarnación y a la misión redentora que le está unida; al haber utilizado la autoridad legal, que le correspondía en la Sagrada Familia, para hacer de ella un don total de sí mismo, de su vida, de su trabajo; al haber convertido su vocación humana de amor doméstico en la oblación sobrehumana de sí mismo, de su corazón y de toda capacidad en el amor puesto al servicio del Mesías nacido en su casa» (Homilía 19 marzo 1966)

El Papa toma la imagen  de la “sombra” para definir la figura paternal  de José, que para Jesús es la sombra del Padre celestial en la tierra: lo auxilia, lo protege, no se aparta jamás de su lado para seguir sus pasos. En el corazón de José que, supo amar con ternura a su hijo, Jesús vio la ternura del Padre. «Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por quienes lo temen» (Sal 103,13). En cada gesto, en cada mirada, en cada palabra, José evocaba la ternura del Padre para Jesús, siendo su rostro visible en la tierra.

“Le enseñó a caminar, y lo tomaba en sus brazos: era para él como el padre que alza a un niño hasta sus mejillas, y se inclina hacia él para darle de comer” (cf. Os 11,3-4). Este pasaje bíblico nos puede acercar al corazón de José, en el que encontramos la ternura de un padre con su hijo, Jesús. Cuánto ha aprendido y bebido Jesús de ese corazón desde su infancia, todos los gestos y actitudes, los modos de Jesús estaban impregnados de los de José, de esos que aprendió de José en la vida ordinaria y cotidiana, en la humilde casa de Nazaret.

De este corazón de padre, Jesús, no solo aprendió la ternura, con la que más tarde, trataría a los más frágiles, pobres, despreciados, humildes, a los pecadores, también aprendió la obediencia al Padre. Pues José, al igual que María, pronunció su “fiat”, sin comprenderlo, pero con una fe firme, respondió con prontitud a cada llamado de Dios. Supo dejar de lado sus proyectos, para unirse a los planes de Dios. ¿Qué le movía? Una fe inquebrantable y una gran confianza en Dios y sus intervenciones en su vida.

Bordado de la casulla utilizada en honor a San José. Casa Madre

El corazón que ama es creativo, inventa, encuentra la manera. Por eso el corazón de José tiene la valentía creativa de la que Dios se fió para confiarle ser el depositario de la Promesa. Sabemos que Dios, eligió a José, le encomendó una misión, acoger a María y a Jesús, y podemos imaginar lo difícil que fue para él llevar adelante esta misión, cuántas cosas pasarían por el corazón de José en esta delicada tarea que se le encomendaba sintiéndose tan frágil, tan pequeño para semejante encargo. Pero Dios confió en la valentía creativa de José que, buscaría los medios para llevar adelante su misión de ser la cabeza de la Sagrada Familia, de cuidar al Niño y a su Madre, de velar por ellos, de darles sustento y una vida digna. José confió profundamente en la Providencia, pero no se quedó con los brazos cruzados esperando milagros “él era el verdadero milagro con el que Dios salvó al Niño y a su Madre”.

Al igual que Jesús, aprendamos los gestos y los modos del corazón de José.

Así como San José amó a Jesús “con corazón de padre”, también nos ama a cada uno de nosotros, sus hijos, en quienes se prolonga la vida del mismo Jesús. Por eso, el Papa Francisco nos invita a buscar en este corazón de padre un intercesor, un apoyo y una guía en estos tiempos de dificultad. 

«Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén»

ORACIÓN A SAN JOSÉ

 

Escribe: m. Carina Acevedo, La Rioja

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