20.07.2020. Hnas. de la Comunidad del Hogar y Escuela Sagrado Corazón de Jesús, Corrientes Capital.

Jesús nos indica que una buena amistad, nos invita a alcanzar una mayor perfección. Él, nos pide amar a los demás como a nosotros mismos,para llegar a amar incluso a los que nos maltratan. Jesús es por ello, nuestro modelo de amor cuando nos dice: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado».(Jn 15,12).Allí, toda amistad se vuelve inquebrantable cuando juntos hacemos el Bien.

Por ello, en una relación de amistad, lo primero que debemos superar son las barreras del egoísmo, trabajarse uno personalmente para alcanzar la capacidad de estar en silencio cuando es necesario, pero, sobre todo, el poder saber escuchar, estar presente sin imponerse, ser útil cuando sea necesario, soportar con paciencia y ser humilde al dar y pedir perdón.

Jesús y su invitación a la amistad, son el modelo superior y más perfecto, porque, efectivamente Dios es amor (1 Juan 4,8) y quien vive en el amor vive en Dios. Esta realidad va más allá de la naturaleza humana, pues tal generosidad y sacrificio solamente son posibles con la ayuda de Dios, a través del don de la Gracia, que eleva al hombre a la altura divina. Por eso, la amistad, para todo creyente, es un don sobrenatural dulce y suave, el fruto del amor al prójimo, mostrado por el Salvador a través de los Evangelios.

La verdadera amistad se mide en la expresión de gestos benevolentes del uno para con lo otro y ésta va creciendo a su vez, por medio de cada una de las virtudes que la complementan. La Amistad, cuando es verdadera, no exige recompensa, se construye cimentada sobre esa primera semejanza que atrajo a los amigos.

Un verdadero amigo es un regalo precioso, fruto de una ardua batalla librada contra el egoísmo que late en nuestros corazones humanos. Un regalo que para que sea genuino y puro, debe contener un fuerte amor por Dios que certifique la razón de su existencia. En este contexto, la amistad será un poderoso apoyo y alivio ante las aflicciones de esta vida, para perpetuarse en la eternidad.

Los amigos son el único asilo donde podemos refugiarnos en la miseria y en los reveses de todo género. (Aristóteles, Ética a Nicómaco 8.1). Hablar de amistad es hablar de una necesidad apremiante que cada hombre alberga en su corazón, está, no sólo es necesaria, sino que es bella y honrosa.

Amistad inspirada en el Padre Reginaldo

Desde la perspectiva de cómo las Hermanas Dominicas de San José vivimos hoy esta amistad, traemos a la memoria la vida y el obrar de Nuestro Padre fundador, quien gestó en cada una de nosotras ese amor a la humanidad doliente que él supo abrazar desinteresadamente; y al cual se sumaron en los inicios las 11 primeras Hermanas Fundadoras.

Ellas en su tiempo y hoy nosotras, tratamos de caminar en este espíritu de acogida desprendida y compasiva hacia tantas personas que a lo largo del tiempo pasan por nuestras vidas, dejando en el corazón de cada Dominica, rostros, gestos y palabras, que nos hacen ensanchar el alma, para, al igual que nuestro Padre Reginaldo, hacer lugar al milagro de la amistad para con todos.

La amistad no puede existir sin la reciprocidad, ya que este es el aspecto clave que la hace permanente. La amistad es por lo tanto una virtud, que establece las relaciones entre las personas y estimula al hombre para descubrir al otro como hermano en una relación cercana que le permite vivir de una forma íntegra, llena de comprensión, y a la vez,respetando las diferencias.

El modelo de amistad que nos lleva a compartir tanto los aspectos alegres,como las dificultades, puede reconocerse en el icono de los primeros cristianos: «Todos los bienes eran compartidos y tenían todo en común: tenían propiedades, vendían sus bienes y las distribuían para todos, según la necesidad de cada uno. Cada día estaban todos en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y generosidad, alabando a Dios y teniendo el favor de todo el pueblo”. (Hechos 2, 44-47).

Amigos de Reginaldo

Este ser amigos se percibe también en la colaboración desinteresada y amable de tantas amigos benefactores y voluntarios que nos asisten en nuestra obra, siendo ellos, a su vez Amigos de Reginaldo por su adhesión a las inspiraciones de su corazón, tanto al momento de la Fundación de la Congregación, como en las obras que realizó a lo largo de toda su vida.

Los amigos verdaderos intercambian mutuamente confianza, sueños, pensamientos, virtudes y alegrías, así como los dolores. Ellos pueden separarse, pero la amistad no se apaga. La amistad hace que la vida valga la pena y al mismo tiempo,nos enseña a afrontarla con serenidad y alegría. Nos ayuda también a superar los miedos, tristezas, soledades y dificultades.Así lo refleja nuestro Padre Reginaldo al referirse en reiteradas cartas a Jorge Poulson y Señora, manifestándoles sus sentimientos y dolores, y encomendándoles las vicisitudes más importantes de su día a día.

Reginaldo tuvo un sueño que pudo hacerse posible en gran medida gracias al apoyo y colaboración de grandes amigos. Este actuar puede gestarse sólo en el Corazón abierto a la amistad y al amor de caridad que nos permiten abrir las puertas y ser recibido en la vida del otro, depositando en él todo lo que somos.

Esta obra empezada por él hace más de 130 años, sigue viva gracias a cientos de amigos que siguen apoyando sueños y el deseo de creer en el Bien y la Verdad.

Un amigo fiel no tiene precio, no existe una medida de su valor. Quien teme al Señor es prudente en sus amistades, y como él es, así serán sus amigos.(Eclesiástico 6, 14 ss)

En el Evangelio de San Juan, encontramos las palabras con las que Jesús definesu relación con cada uno de nosotros: «Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero eso os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer».(Jn 15,15).

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