Piedras preciosas y oro para la Soberana de Córdoba y su Hijo Jesús

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Escribe Historiadora Liliana de Denaro

«El Obispo Fray Reginaldo Toro y la coronación de la Virgen del Rosario del Milagro» 

La ceremonia y los actos previos

La víspera de la coronación, 30 de setiembre, a las 5 y ½ pm., salió en procesión la imagen del Patrono San Jerónimo, precedido por San Roque, Santo Toribio de Mogrovejo y San Pío V y después de recorrer los costados sur, este y norte de la actual plaza San Martín, se encaminaron por la calle Deán Funes a la iglesia Santo Domingo donde estaba la imagen de Nuestra Señora del Rosario (sin corona) ubicada al lado derecho del altar mayor, bajo un dosel azul estrellado.

Interior del Convento Santo Domingo, Córdoba (antes de tener el camarín)

Colocadas las imágenes de los santos en el interior del templo, los asistentes rezaron el santo Rosario, luego cantaron las Letanías de la Santísima Virgen, seguida del himno Ave María Stella, Vere Dignare… y allí quedarían hasta el día siguiente.
La ceremonia de la coronación quedó relatada por Fray Zenón Bustos y Ferreyra, que sería el siguiente Obispo de Córdoba, de este modo:

“El día 1° de octubre de 1892, el entusiasmo del pueblo católico había llegado a su punto culminante.
Desde las primeras horas de la mañana de ese memorable día, el Iltmo. Sr. Obispo Fr. Reginaldo Toro, como Delegado del Romano Pontífice para esta augusta ceremonia, inició los festejos religiosos, tomándole el correspondiente juramento a los prelados superiores del convento de conservar perpetuamente en la cabeza de nuestra Señora y en la del divino Infante, las coronas con que los fieles exteriorizaban en público su gratitud hacia la milagrosa imagen del Rosario.

Acto seguido, el Secretario del Obispado firmaba el acta de estilo, continuando después con el Breve Pontificio relativo a esta coronación, mientras iban llegando de todas las otras iglesias locales, las comunidades y corporaciones seglares con sus santos, que se ubicaban a lo largo de la calle Representantes (hoy Dr. Dalmacio Vélez Sársfield), aguardando la hora de la conducción de la imagen hacia el “domo”.

Llegada ésta se puso en marcha la columna de manifestantes, abriendo la marcha una banda de música.

Seguían después las congregaciones seglares y comunidades religiosas con sus respectivos santos e insignias…
Las dos coronas (la del Niño Jesús a la derecha) cada una conducida sobre su respectivo cojín en una fuente de plata, por dos sacerdotes revestidos con casullas blancas, en medio de cuatro hachas encendidas. El MRP. Provincial Fr. Antonio Keller, como representante del General de la Orden, y el MRP. Varela, como Prelado local y Visitador de los Conventos del Perú y del Ecuador, acompañaban con estola, cada uno en actitud de ayudar a sostener una corona. Cuatro sacerdotes más, igualmente revestidos, iban adelante para alternar cuando convenía.
Los caballeros designados para cargar las andas y doce sacerdotes revestidos en la forma ya dicha – para llevar de cuatro en cuatro las extremidades de las andas – formaban en dos filas. En el centro, cuatro acólitos para turnarse de dos en dos e incensar continuamente la sagrada imagen.

Nuestra Madre y Señora del Rosario en medio de los padrinos y madrinas que llevaban hachas encendidas.

Los ilustrísimos Prelados llevando al centro al excelentísimo señor Arzobispo (sic). El señor Gobernador de la Provincia con su plana mayor y en el orden que más convenía iban los demás gobernadores y representantes.

Una banda de música y las tropas de la guarnición cerraban la marcha. En este orden y dentro de un ambiente de fervorosa religiosidad, recorrió la procesión todo el trayecto que la separaba desde el convento dominicano hasta el “domo” donde una numerosísima multitud de fieles esperaban la imagen, mientras custodiaban el templo-pabellón las tropas de “El Tiro Federal” en traje de gran parada y al mando de su jefe al comandante Gordillo.

Llegada que hubo la procesión a su punto terminal y colocada sobre el altar principal la sagrada imagen

comenzó la misa oficiada de Pontifical, el Rmo. Sr. Arzobispo, asistido por el Deán de la Metrópoli y varios

canónigos.

La ejecución de esta misa del maestro Gounod fue espléndida siendo, fielmente interpretada la correspondiente partitura por el reputado e inteligente profesor José Plasmán y un número considerable de los mejores cantores tal como el señor García Montaño que tomó activa participación en ella. La orquesta la formaba cincuenta profesores entre los que figuraban un núcleo de aventajados alumnos y alumnas de la Academia Santa Cecilia que evidenciaron su sólida preparación sobre la materia, ejecutando con suma maestría los diferentes pasajes de dicha partitura de Gounod.
Después del Evangelio fue a ocupar la cátedra del Espíritu Santo, el Iltmo. Obispo de Salta Dr. Dn. Pablo Padilla y Bárcena, quien luego de explicar el significado de la fiesta de la coronación, demostró ser ello, a la vez que un homenaje de gratitud hacia la Madre del Redentor, un recuerdo de la que había recibido del Altísimo al ser proclamada Soberana de los Cielos y la Tierra…
El santo sacrificio había terminado pues, cuando el Iltmo. Sr. Toro, en representación de Su Santidad, empezó a ascender por las gradas del altar donde se hallaba situada la imagen, precedido de dos sacerdotes portadores de las valiosísimas coronas. Prelado y coro entonaron entonces el himno Regina coeli laetare y a continuación, luego de saludar con reverencia a la sagrada efigie y de incensarla, el señor Obispo diocesano, visiblemente conmovido, colocó primero la corona en las sienes del Niño Jesús, al mismo tiempo que pronunciaba en latín estas palabras:
– “Así como eres coronado en la tierra por nuestras manos, del mismo modo merezcamos ser por Tí coronados de gloria y honor en el Cielo.”

Enseguida puso la otra corona a la Santísima Virgen, exclamando:

– “Así como eres coronada en la tierra por nuestras manos, del mismo modo merezcamos ser coronados de gloria y honor en el Cielo por Cristo Nuestro Señor.”

Hecho esto, el pueblo entusiasmado prorrumpió en delirantes ovaciones, a cuyo final de esta espontánea

manifestación de alegría, las niñitas lanzaron a volar numerosas palomas, mientras redoblaban los tambores y llenaban el espacio los sonidos de las dianas triunfales de las diversas bandas militares.
Poco después el delegado pontificio entonó el Te Deum… A continuación emprendió el regreso la procesión, en el mismo orden, hasta el convento de los PP. Predicadores, donde se colocó la imagen coronada, permaneciendo ésta al lado del altar mayor hasta el domingo 9 de octubre a las 4 de la tarde en que tuvo lugar

la colocación definitiva de nuestra Señora en el precioso y artístico trono construido al efecto en su Camarín.”

Corona de Jesús
Corona de la Virgen del Rosario del Milagro. Fotos fray Sebastián Cima

Las coronas de la imagen

El Obispo de Córdoba Fray Reginaldo Toro se refería en la Carta Pastoral del 12 de julio de 1892:

“Las coronas que el pueblo de Córdoba ofrece a la augusta Madre de Dios y a su Divino Hijo fueron evaluadas allí en setenta mil francos y su Santidad, más que nadie, conoció y supo que no eran reunidos de lo que sobraba de sus riquezas y bienestar, sino del resto de sus joyas y galas de otra época más abundante y próspera que la actual…”

Pero, antes de presentarle las coronas al Santo Padre, el Obispo Toro había concurrido a la casa Poussielgue Rousand, con sede en la calle Cassette 3, de París (Francia), para que las fabricaran, portando –para tal fin– los aportes de las damas cordobesas que servirían de materia prima al emblema real.
La elección del taller que fabricaría las coronas fue rápida y decidida desde un principio, porque tras la participación del Obispo Fray Reginaldo Toro en la coronación de la Virgen del Valle se enteró de las dificultades que habían tenido para encontrar el fabricante adecuado y así lo consignó el P. Luis Novoa (Lourdista) en su publicación, con los siguientes términos: se encontraba “en el mes de enero de 1890, el P. Orellana, en París donde esperaba encontrar fabricante que ejecutara los trabajos conforme a mis necesidades y gusto, pues en Roma no encontré ninguna [casa] cuyos trabajos fueran a medida de mis deseos, ni cuyos precios me conviniera contratar. En París contrató en la casa Poussielgue Rousand…”
Para su fabricación, las joyas donadas por las damas cordobesas fueron fundidas, sin las piedras preciosas que se reservaron para la decoración de las coronas, obteniéndose dos kilogramos de oro que fue sometido a un trabajo preliminar de laminación, pasando luego a uno de cincel, para finalmente realizarse un trabajo de joyería para engarzar las piedras preciosas, que constituyen su principal ornamento.

La corona de la Virgen, muestra en:
* La diadema y ornamentos en filigrana de oro: 288 brillantes, 168 rosas, 35 topacios
y amatistas.
* Los florones tienen un magnífico anillo de varios diamantes, hacia el frente, 2 zarcillos de zafiros rodeados de diamantes, 3 rubíes y 89 diamantes.
* Los arcos con 163 brillantes, 653 rosas, 154 diamantes, 30 rosas.
* Una esfera superior con estrellas tachonadas de diamantes, 3 diamantes, 74 rosas.
* La cruz final con 1 esmeralda, 4 perlas finas y 10 diamantes.

La corona del Niño Jesús, presenta en su:
Diadema y filigrana: 12 brillantes, 6 rubíes, 6 zafiros, 30 topacios y amatistas.
Arcos: 48 diamantes, 478 rosas, 12 rubíes, 12 zafiros, 12 perlas.
Cruz: 5 rubíes, 9 diamantes.

El detalle de piedras preciosas especificadas en los párrafos anteriores, hacen un total de dos mil doscientos cuarenta y seis. Sin incluir las perlas que forman un rosario que rodea por arriba y abajo, las diademas, que totalizan 350 perlas.

El periódico La veu de Monserrat publicaba el 9 de abril de 1892:

“… Avans de ahir, la Casa-Novicial de las mateixas Germanas [de Albi] tingue l´honor y satisfacció de hostatyar al Illm. Fr. Reginaldo Toro, Dominico, Bisbe de Córdoba (República Argentina) que tornava de Roma, ahont aná á fer la vista ad limina. Al mateix temps portá á la bendició del Sant Pare una riquissima corona imperial d´or y diamants, de valor 78.000 franchs, ab la qual s´ha de fer en lo próxim octubre la coronació solemne de la miraculosa imatge de Nostra Senyora del Roser que´s venera en la grandiosa iglesia dels Pares Dominicos de dita ciutat de Córdoba.” (1)

Posiblemente, al mirar las fotos apreciarán que las coronas de la imagen en la actualidad son muy distintas y no tienen ninguna similitud con las descriptas anteriormente.

Sucede que, el día 15 de abril de 1904, el Padre Prior Fray Salvador Vázquez propuso: “que, en vista del peligro que amenazaba de que fuesen robadas la corona y alhajas de la Santísima Virgen del Milagro juzgaba conveniente sacarlas y guardarlas en lugar más seguro para ponérselas tan sólo en las grandes festividades y hacer trabajar una corona ordinaria para que la tuviera en los demás días…”, sugerencia que fue aprobada por unanimidad.

FOTOS DE LA CORONA DE LA VIRGEN

Gentileza de fray Sebastián Cima

CORONA DEL NIÑO JESÚS


(1) Diputación de Barcelona, Xarxa de Municips (Biblioteca) La veu de Monserrat – Setmanari Popular de Catalunya (La voz de Monserrat-Semanario Popular de Cataluña), N° 15, p. 118. Su traducción es: “Antes de ayer, la casa-noviciado de dichas Hermanas tuvieron el honor y satisfacción de hospedar al Ilmo. Fray Reginaldo Toro, Dominico, Obispo de Córdoba (Rep. Argentina) que regresaba de Roma donde hizo la visita ad limina. Al mismo tiempo llevó para que bendiga el Sto. Padre una riquísima corona imperial de oro y brillantes, valuada en 78.000 francos, llevándose a cabo, en el próximo octubre, la coronación solemne de la milagrosa imagen de Ntra. Sra. del Rosario que se venera en la grandiosa iglesia de los Padre Dominicos de dicha ciudad de Córdoba”.

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